martes, 1 de diciembre de 2009

A quien le importa si usted escucha

Siempre me levanto tarde del lugar donde duermo; no siempre es una cama, no he tenido la suerte de dormir siempre cómodo, a veces amanezco por ahí oliendo el suelo o revolcándome detrás del escritorio mientras los libros y papeles se desploman sobre mi cabeza, he amanecido en casas ajenas, universidades, hospitales, detrás de iglesias... una vez amanecí en un parque del Downtown en Houston - Texas, lo positivo fue que era verano y no hacia frío, dormí en pantaloneta y sin camiseta, el clima estaba fresco y húmedo, mi cuello sudaba, las gotas se deslizaban en mi espalda fastidiándome mientras dormía, ¡cómo odio eso, sudar es tan humano!. Mi cara se aplastó un poco contra las tablas de madera de la silla donde dormía, creo que mi lengua estuvo tocando el espaldar de hierro toda la noche.


Mientras viajaba en sueños, amanecía y la gente empezaba su rutina diaria, esa que consume casi toda la vida hasta el día en que se muere. Ese amanecer en Houston fue difícil, salían los carros y trenes a fastidiar la existencia de aquellos que dormimos ocasionalmente en las calles. Yo sólo quería dormir sin importar el estridente ruido, esta gente nunca respetó mi sueño, incluso siendo temprano en la mañana, pasaban caminando al lado mío murmurando no sé qué cosas, hablando como siempre de sus problemas que jamás solucionan.


¿Por qué no lo hablan lejos de mi silla? -decía entre dientes- ¿por qué tienen que hablar cerca a mis oídos justamente cuando estaba intentando dormir?. No había sido un día fácil, dentro de mi sueño intermedio les decía que respetaran, que se callaran ya mismo, que respetaran el sueño ajeno, ¿o es que acaso no se daban cuenta de que yo los escuchaba y estaba tratando de conciliar mi sueño?. No pude dormir, esa mañana me paré con mi maleta y me fui a otra ciudad donde pudiera dormir tranquilo.